En los tiempos en que se ha puesto tan de moda el término “tolerancia cero” y que personas que, incluso defendiendo ideales opuestos, enarbolan este concepto y lo defienden a capa y espada como la bandera que les hace sentirse en posesión de la verdad, me pregunto si no sería conveniente volver a las esencias de lo que realmente significa ser tolerante. Y preguntarnos, llegado el caso, si la expresión “tolerancia cero” no sea la excusa, tan políticamente correcta y bien vista en la actualidad, que permita a la intolerancia campar a sus anchas, no solo por los campos de Castilla, sino por todo el mundo civilizado.
En este artículo, vamos a olvidarnos por un momento de la locura de la “tolerancia cero” que no es sino la gatera por donde se cuela el monstruo de la intolerancia, para centrarnos en el tema de la tolerancia.