Las emociones básicas como contenido fundamental de la educación emocional.

En este artículo te voy a hablar acerca de todas las emociones básicas y como se convierten en el contenido fundamental de la educación emocional.

De como el desarrollo de la inteligencia emocional y de las competencias emocionales implica el conocimiento y manejo de las emociones. Las emociones constituyen “la materia prima” sobre la que se asienta la inteligencia emocional, las competencias emocionales y la educación emocional.

Saludos con inteligencia emocional para empezar bien la clase

Una emoción podría definirse como una experiencia afectiva en cierta medida agradable o desagradable, que supone una cualidad fenomenológica característica y que implica tres sistemas de respuesta: cognitivo-subjetivo, conductual-expresivo y fisiológico-adaptativo (Oatley, 1992). Por tanto, el elemento que define realmente lo que es una emoción es el hecho de que, por una parte, se trata de una experiencia subjetiva y, por otra, prepara para la acción.

Las cuatro emociones básicas

Una de las cuestiones teóricas actuales más relevantes y controvertidas en el estudio de las emociones es la existencia o no de emociones básicas universales de las que derivarían directamente el resto de reacciones afectivas. Los autores que defienden la existencia de emociones básicas universales parten de los planteamientos evolutivos de Darwin y señalan que se trata de reacciones afectivas innatas, distintas entre ellas, presentes en todos los seres humanos y que se expresan de forma característica (Tomkins, 1962, 1963; Ekman, 1984; Izard, 1977). Estos investigadores han realizado diversas clasificaciones de las emociones, pero la mayoría de ellos coinciden en señalar la existencia de ocho emociones básicas. Estas a su vez se dividen en emociones básicas primarias –alegría, tristeza, enfado y miedo- y emociones básicas secundarias – asco, sorpresa, vergüenza y afecto.

En este artículo vamos a presentar muy brevemente las características fundamentales de las emociones básicas primarias -alegría, tristeza, enfado y miedo-, y su relación con la educación emocional de los niños, especialmente aquellos que se encuentran en las etapas iniciales de su educación.

Alegría, de las emociones básicas, la más buscada.

La alegría es una emoción que se origina cuando se consiguen los objetivos deseados y se produce un equilibrio aceptable entre lo que se desea y lo que se posee.

Asimismo, es una emoción que, por una parte, favorece la recepción y la interpretación positiva de los diversos estímulos ambientales y, por otra, facilita la empatía y el rendimiento cognitivo. En este sentido, incrementa la capacidad para disfrutar de los diferentes aspectos de la vida y genera actitudes positivas hacia uno mismo y hacia los demás. Se trata, por tanto, de una emoción muy contagiosa que provoca acercamiento a los demás y que está relacionada con la sensación de autoestima y autoconfianza. Los niños expresan espontáneamente su alegría con gritos y saltos que modulan según van creciendo.

Tristeza.

La tristeza es una emoción con una actividad neurológica elevada y sostenida en el tiempo que suele ir acompañada del deseo de alejamiento y pasividad y, a menudo, se expresa en forma de llanto. Se origina a partir de la valoración de una situación como pérdida o daño que no puede ser fácilmente reparado.

Estas situaciones pueden ser variadas: una pérdida física o psicológica, decepciones, situaciones de indefensión, falta de estímulos agradables y refuerzos o incluso circunstancias de dolor crónico. Su función consiste en la disminución del ritmo de actividad para valorar otros aspectos de la vida a los que previamente no se prestaba atención y la búsqueda de conexión con otras personas implicadas en situaciones similares. En el caso de los niños, la tristeza se manifiesta de forma habitual a través del llanto, pero también hay niños que no lloran sino que se aíslan o buscan el consuelo de los adultos. El aspecto más negativo de la tristeza consiste en que si el niño se siente impotente ante el sufrimiento o no tiene la posibilidad de encontrar el consuelo, le puede llevar a un estado de resignación permanente o incluso en una depresión infantil.

El enfado.

El enfado es el componente emocional del complejo agresividad-hostilidad-enfado. El enfado hace referencia al componente cognitivo y la agresividad al conductual.

El enfado es una emoción que puede ser provocada por múltiples causas: una estimulación aversiva, condiciones ambientales frustrantes, la interrupción de una actividad deseada y por comportamientos de los demás percibidos como injustos. Su función fundamental es la movilización de una gran cantidad de energía, en ocasiones, con el fin de eliminar aquellos obstáculos que impidan la consecución de los objetivos deseados y, en otras situaciones, simplemente como reacciones de autodefensa o de ataque cuando el individuo percibe una amenaza. El enfado es vivido habitualmente como una experiencia intensa y desagradable pero puede rebajarse esa sensación si se expresa de forma saludable y creativa. Es importante que los niños tengan claro que tienen la libertad de enfadarse pero que necesitan expresarlo de manera adecuada. Si el enfado se reprime, puede provocar una explosión emocional inesperada y desproporcionada que puede causar daños mayores.

El miedo.

El miedo es una emoción que pertenece al complejo ansiedad-miedo. Es una de las reacciones emocionales que produce mayor cantidad de trastornos mentales, conductuales, emocionales y psicosomáticos si no se canaliza de la manera adecuada. La distinción entre miedo y ansiedad podría concretarse en que el miedo se produce ante un peligro real y la reacción es proporcionada a éste, mientras que la ansiedad es más difusa y desproporcionadamente intensa en relación al supuesto peligro.

Sin embargo, las reacciones emocionales producidas en ambos casos por el miedo y la ansiedad, son intensas y rápidas. El miedo puede tener varias causas: situaciones potencialmente peligrosas; circunstancias novedosas y misteriosas, especialmente en niños; procesos de valoración secundaria que interpretan una situación como peligrosa; y, por último, procesos de dolor real o incluso procesos que el dolor es simplemente anticipado. Aunque su función es fundamental para la supervivencia del individuo puesto que supone la movilización de gran cantidad de energía para facilitar las respuestas de escape o evitación de un peligro, se trata de una de las emociones más intensas y desagradables por la sensación de pérdida de control. De hecho, aunque cuando se siente miedo, el cuerpo se pone en estado de alerta, preparado para huir o enfrentarse al peligro, si éste es excesivo, el miedo es paralizante. Es una emoción especialmente importante en las etapas iniciales del desarrollo de las personas porque existen numerosos tipos de miedos infantiles: a la oscuridad, a las pesadillas, a los monstruos; a no saber hacer bien una cosa; a ciertos animales; a fenómenos naturales poderosos como truenos, vendavales…; a la muerte; a la desaparición de los seres queridos; a situaciones desconocidas como un cambio de colegio o de casa; a las personas agresivas; al ridículo; a los aprendizajes que les resultan difíciles…

Si bien solo hemos realizado una breve aproximación a las cuatro emociones básicas primarias, consideramos que estos breves apuntes permitirán a los educadores –maestros y familias, fundamentalmente- abordar de manera más positiva la educación emocional de sus educandos.

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Y hasta aquí llega el artículo de hoy dedicado a las emociones básicas, espero que te haya resultado ameno e ilustrado de alguna manera. Si tienes algún comentario, duda o sugerencia, no dudes en dejarla más abajo, prometo contestar a todo. Muchas gracias por haber llegado hasta aquí y te dejo con más artículos de el blog de Doctor Viso dedicado a la innovación educativa, los procesos de aprendizaje y la inteligencia emocional.

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