Durante el confinamiento, sé más tolerante.

En los tiempos en que se ha puesto tan de moda el término “tolerancia cero” y que personas que, incluso defendiendo ideales opuestos, enarbolan este concepto y lo defienden a capa y espada como la bandera que les hace sentirse en posesión de la verdad, me pregunto si no sería conveniente volver a las esencias de lo que realmente significa ser tolerante. Y preguntarnos, llegado el caso, si la expresión “tolerancia cero” no sea la excusa, tan políticamente correcta y bien vista en la actualidad, que permita a la intolerancia campar a sus anchas, no solo por los campos de Castilla, sino por todo el mundo civilizado.

En este artículo, vamos a olvidarnos por un momento de la locura de la “tolerancia cero” que no es sino la gatera por donde se cuela el monstruo de la intolerancia, para centrarnos en el tema de la tolerancia.

Si crees que la tolerancia puede ser mucho más beneficiosa para tu equilibrio emocional personal y para mantener la armonía con los que te rodean, entonces estás en disposición de leer el siguiente artículo. En él te vamos a sugerir algunos consejos útiles y prácticos que te pueden ayudar a convertirte en una persona un poco más tolerante.

Huye del fanatismo.

Ninguna idea o creencia merece tanto la pena. Las personas fanáticas consideran que existe una única manera de ver el mundo. Además, que ellos son los poseedores de la visión verdadera. Y, por último, que es necesario que todos los demás acepten y reconozcan que su visión es la verdadera. No defiendas ninguna idea con tanta pasión que los otros se asusten. Ninguna idea merece tanto la pena.

Lucha contra la rigidez mental.

Ante cualquier asunto, ten la sana costumbre de preguntar la opinión a otras personas. Ten en cuenta la opinión y los conocimientos de personas de diferente edad y con diversas profesiones y ocupaciones. Acostumbra a tu cerebro a escuchar opiniones diferentes para que sea menos rígido, para que no se acostumbre a percibir el mundo desde una única perspectiva. No le permitas que sea vago. Cuanto más rígido sea nuestro sistema mental, más intolerantes seremos con lo diferente. No seas autoritario ni contigo mismo ni con los demás.

Entra en el “mercado negro” de los puntos de vista.

La visión del mundo no puede coincidir con un único punto de vista, máxime si pensamos que ese punto de vista, único y acertado, coincide exactamente con el nuestro. Qué ilusos. La psicología y la neurociencia nos permiten aventurarnos a pensar que existe el mercado negro de los puntos de vista. Cada cerebro cree que el mundo es como él lo percibe. Nada más erróneo ni lejos de la realidad. A su derecha, ese cerebro tiene otro cerebro que percibe el mundo de otra manera. Y a su izquierda, otro cerebro diferente que lo percibe de modo diferente. Enfrente, otro cerebro que tiene otro punto de vista. Hay un solo universo conocido, una tierra habitable y un pequeño mundo cotidiano que es el pequeño mundo en el que nos movemos con una cierta soltura, bueno, pues ten en cuenta que ese mini-mundo cotidiano es percibido de manera diferente por todos los cerebros que se disponen a percibirlo. Cada uno de nosotros es uno más, uno más en ese gigantesco mercado negro de los puntos de vista.

Rodéate de personas con diferentes puntos de vista.

Y debate con ellos. No gastes el tiempo en corregir, dominar e imponer siempre tu punto de vista. Es un esfuerzo enorme para una victoria ridícula y solo aparente. Las personas están esperando a que te des la vuelta para seguir pensando lo que les da la gana. Además, no te rodees únicamente de personas pasivas o con baja autoestima que te den continuamente la razón. Solo si te rodeas de personas con diferentes perspectivas y, mejor aún, con perspectivas muy diferentes a la tuya, tu cerebro va a disfrutar en el debate y, sobre todo, va a aprender algo realmente diferente: una nueva perspectiva.

No intentes demostrar que lo sabes todo.

Sé feliz con lo que sabes, no pretendas saberlo todo y, sobre todo, no intentes demostrar que lo sabes todo. Disfruta con lo que sabes y con los conocimientos que dominas y compártelo con los demás, si llega el caso. No te defiendas de las ideas de los demás creando o inventando conocimientos en materias que no dominas. Acepta que otros pueden saber tanto o más que tú en determinados campos del conocimiento. Y, sobre todo, no recurras a la burla, la ridiculización o la agresividad cuando descubras que los demás saben más que tú o razonan mejor que tú.

Escucha.

Si no lo sabes todo, entonces necesitas aprender. Y para aprender, necesitas escuchar. Escucha lo que los demás opinan. Leer lo que otros han pensado y escrito. Sí, merece la pena leer y escuchar a los otros. También a los que piensan de manera diferente. Todas las personas, en algún momento, van a contar algo interesante. También las que opinan de manera diferente. Merece la pena que no te lo pierdas.

Acoge y acepta a todas las personas.

Independientemente de su religión, cultura, sexo, orientación sexual, capacidad y destrezas. Considera que ser diferente es una riqueza. Busca aquellos detalles que hacen que las personas sean únicas y además que resulten interesantes para ti. Busca los aspectos positivos de las personas que tengan una religión diferente a la tuya, que pertenezcan a otra cultura, que sean de otro sexo o tengan una orientación sexual diferente a la tuya. Analiza las capacidades y destrezas de los demás para admirar la variedad de destrezas, capacidades y habilidades que los demás tienen y que son dignas de admiración. Busca a personas diferentes. No te relaciones siempre con las mismas personas.

Entrénate en encontrar matices a los sucesos y a los argumentos.

El mundo casi nunca se puede dividir en dos mitades: blanco / negro; conmigo o contra mí; feo / bonito; erróneo / acertado. Las situaciones están llenas de matices. El mundo no se puede dividir en blanco / negro porque existe una escala enorme de grises. Encuentra las aristas a los acontecimientos. Encuentra incoherencias, matices, detalles, que difuminen el negro y ensucien el blanco.

Lánzate al mundo de los imprevistos.

Es bueno tener rutinas pero no seas esclavo de las rutinas. Hace muchos años la madre superiora de un convento de clausura, la encargada de mantener una rutina secular de ocho horas de trabajo, ocho horas de descanso y ocho horas de oración, nos comentó: “Estoy deseando que haya imprevistos, es la única de mantener este convento vivo”. Hagamos caso a aquella monja anciana y sabia. No te desesperes cuando sucedan imprevistos. Deja que pasen cosas diferentes e imprevistas en tu vida y alégrate por ello. Sal de la rutina. Acepta propuestas inesperadas por puro ejercicio. Haz cosas que te sorprendan a ti mismo y le sorprendan a tu propio cerebro. Entrénate en los imprevistos para que, cuando tengas que salir de la rutina por fuerzas de causa mayor, no te pongas excesivamente nervioso y te muestres rígido e intolerante. Entrénate para afrontar los imprevistos.

Controla los celos y las envidias.

Debes aceptar que otras personas también pueden tener éxito, incluso si tienen otra visión del mundo. Y, quizás, precisamente por eso, porque tienen una visión del mundo diferente a la tuya han alcanzado el éxito que tú todavía no has alcanzado. Asume el éxito de los demás y aprende de él. No lo desprecies. No le quites valor. Acéptalo y aprende de él.

Entrénate para la incertidumbre.

Soporta las pequeñas situaciones de incertidumbre que te suceden en el día a día para hacerte más fuerte. Desde el punto de vista psicológico, no hay nada más duro que la incertidumbre. Si quieres hacer frente a los momentos de gran incertidumbre que te pueden suceder en la vida, debes entrenarte en las pequeñas incertidumbres del día a día. Controla tu curiosidad. Aprende a frenar tu deseo de satisfacer tu curiosidad de manera inmediata. Acepta la situación de no saber cómo se va a solucionar algo de manera inmediata.

Acepta las críticas.

La capacidad de aceptar críticas te va a dar la verdadera medida de tu grado de tolerancia. Es la oportunidad de experimentar en tus propias carnes lo que significa ser tolerante de una manera muy profunda. Si evitas las críticas significa que no eres una persona muy segura de ti misma. Solo las personas psicológicamente fuertes y seguras de sí, no solo acepta las críticas, sino que las busca. Las críticas te van a ayudar a matizar tus planteamientos y te van a conducir a tomar la decisión más acertada porque te van a proporcionar una nueva perspectiva sobre los problemas. Deja que las críticas te ayuden pero no permitas que te bloqueen. Una vez escuchadas las críticas, acéptalas, intégralas, pero sigue tomando decisiones y haciendo cosas. No permitas que te paralicen sino utilízalas como motor del cambio.

Y hasta aquí llega el artículo de hoy, espero que te haya resultado ameno e ilustrado de alguna manera. Si tienes algún comentario, duda o sugerencia, no dudes en dejarla más abajo, prometo contestar a todo. Muchas gracias por haber llegado hasta aquí y te dejo con más artículos de el blog de Doctor Viso dedicado a la innovación educativa, los procesos de aprendizaje y la inteligencia emocional.

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